No hay verano sin niños con gastroenteritis. Probablemente sea uno de los motivos de consulta más frecuentes en estos meses.
La primera pregunta que se hacen los padres es ¿qué le doy de comer si tiene
diarrea? Los niños pueden comer de todo desde el mismo momento en el que
empiezan con la gastroenteritis.
– Pero… ¿de todo, de todo? preguntan los padres una y otra
vez.
Casi de todo, sí, de hecho, la mucosa intestinal se recupera antes cuando
antes empiecen a comer. Hay que desterrar de una vez el mito del agua de arroz,
la patata cocida y el pescado hervido.
¿Qué se recomienda comer si los niños tienen diarrea?
Las últimas recomendaciones nos indican que cuanto más
variada sea la dieta, antes se recuperarán. Y de todo es
de todo: ¿Hay un pollo al horno para comer? pues le damos unas mollitas.
¿Hay sopa de cocido? Pues un par de cucharadas. ¿Se va detrás del dulce? (ojo,
quizá su cuerpo necesite azúcar), dale azúcares naturales: un trozo de pera, de
plátano. ¿Que se va hacia el salado? Ofrécele un trocito de pan con aceite y
sal, por ejemplo; de todo, eso sí, en pequeñas cantidades y muy despacio.
Evitando ultra procesados, chucherías y azúcares añadidos
que no necesita en ninguna circunstancia; con diarrea tampoco.
¿Y un zumito de manzana? No es lo ideal. Hay que evitar
zumos envasados, batidos, azúcares y por supuesto
refrescos. Aquello de darnos bebidas de cola a
sorbitos cuando éramos pequeños también debemos abandonarlo. Los líquidos o
alimentos ricos en azúcares durante una diarrea lo que producen
es un empeoramiento de la misma, un fenómeno que llamamos «diarrea
osmótica». Al tomar un líquido altamente concentrado en azúcar nuestro
cuerpo, en un intento de compensar las concentraciones y diluirlo, empuja
el agua de nuestro organismo hacia el tubo digestivo y con ello la diarrea
empeora.
¿Entonces qué le doy si tiene diarrea?
Agua a sorbitos pequeños si además come algo y si no come nada, le
ofreceremos suero oral. El suero oral tiene todas las sales y
azucares que necesita nuestro cuerpo cuando tenemos pérdidas vía digestiva.
Recuerda, si está comiendo, con que le des sorbitos de agua es suficiente. Si no
come nada sólido, tendremos que insistir con el suero oral. Ni bebidas para
deportistas, ni zumos.
¿Y cómo se lo doy si no para de vomitar?
Muy despacito, poco a poco. Una cuchara (5 ml) cada 15
minutos. Si les damos de beber mucha cantidad, la vomitarán inmediatamente. Hay
que hidratarles poco a poco, cada 15 minutos un sorbito de agua, 15 minutos de
pausa y un sorbito de suero y así… y entre medias alternaremos con pequeñas
cantidades de comida: un poco de yogur, un trozo de pan con aceite, un trocito
de pollo, una cucharada de fideos… Si hiciésemos esto nos ahorraríamos la
mayoría de las visitas a urgencias.
¿Le cambio a una leche sin lactosa?
La respuesta es no. Solo está indicado retirar la lactosa en pacientes
intolerantes o cuando la diarrea se prolonga mas allá de los 15 días y siempre
pautado por su pediatra. Si retiramos la lactosa el primer día, nuestra enzima
natural llamada lactasa deja de funcionar y cuando re introduzcamos de nuevo la
leche con lactosa, tendremos una diarrea de rebote.
¿Y jarabes para cortar los vómitos?
Se daban antiguamente, pero ahora en los niños pocas veces los utilizamos.
Muchos de ellos tienen efectos secundarios y con estas recomendaciones, no suele
ser necesarios.
¿Cómo sé que se está deshidratando?
Los niños cuanto más pequeños más rápido se deshidratan; durante los primeros
días de diarrea son pocas cosas las que has de vigilar, pero que sí has de
conocer.
- Desasosiego, tendencia al sueño, irritabilidad;
- Piel fría o sudorosa
- Tristón, deja de jugar, debilidad o inestabilidad.
- Ausencia de lágrimas al llorar
- Boca y/o lengua secas y pegajosas
- Ojos hundidos, ojeroso.
- Si hace menos pipí de lo habitual y observas que en las últimas 8-12 horas no ha hecho.
Así que a disfrutar del verano. Recordad que la mayoría de estas infecciones
se transmiten a través de nuestras manos: enseña a tus hijos desde pequeñitos a
lavaros los manos justo antes de comer y al llegar a casa y por
supuesto, a lavar bien frutas y verduras frescas.
¡Feliz verano!
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